Tomás Ceferino Sills se define como combatiente de Malvinas. Vive en Colón, provincia de Buenos Aires, está casado con Betty y tiene dos hijas, Julia y Bárbara.
Tommy, como lo conocen todos nació en San Antonio de Areco y es hijo Matilde quien fuera maestra rural y de Tomás, agricultor toda su vida. Es el primero de cuatro hermanos y vivió desde su infancia en el campo.
Su adolescencia lo empieza a arrimar a la ciudad de Colón, Buenos Aires. Sus estudios secundarios los realizó en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Ferré entre 1976 y 1981.
LAS ISLAS MALVINAS
Tommy recuerda: “El 5 de febrero de 1982 comencé a hacer el Servicio Militar” y agrega: “A nuestras Islas fui como soldado integrante de la Compañía Ingenieros de Combate 601, con asiento en Campo de Mayo”.
La vida de este combatiente de Malvinas estuvo atravesada por el campo. “En enero de 1985 empecé a trabajar en el Semillero Morgan, lugar donde estuve trabajando 32 años, hasta fines de 2016”.
Hoy es 2 de abril, un nuevo 2 de abril y los recuerdos afloran en Tommy: “Como todos los años, sentimentalmente para mí no deja de ser una época complicada, Malvinas quedó grabada a fuego en mi corazón y el hecho de ser Veterano, de haber sido elegido por el destino para defender a nuestra Patria, con mis 19 años en aquella época, me enorgullece de sobremanera”.
¿Cómo fueron esos días de espera?
– El 2 de abril de 1982 fue la recuperación de nuestras Islas y a partir de ahí empezaron los preparativos en el Regimiento, había mucha incertidumbre porque no se sabía si íbamos o no. Hasta que una tarde nos confirmaron que nuestra sección iba a ir a Malvinas.
¿Cómo lo tomaste?
Sabía que íbamos a una guerra, ya la flota inglesa había zarpado desde el Reino Unido y no había vuelta atrás. Al final llegó ese esperado día a mediados de abril. En un Boeing 707 de la Fuerza Aérea fuimos desde la base aérea de El Palomar a Río Gallegos y desde ahí, en otro avión más chico, un Boeing 737, a Malvinas. Luego en formación nos dirigimos caminando hacia las afueras de Puerto Argentino, en el sector oeste, distante a unos casi 4 kilómetros del aeropuerto.
¿Qué recuerdo te viene a la mente?
El bautismo de fuego, como se lo llama, fue el 1 de mayo. Volviendo al 1° de mayo, esa madrugada fue el día que marca a fuego mi permanencia en Malvinas. Recuerdo que nos gritaron ¡¡¡ALERTA ROJA… ¡¡¡ALERTA ROJA!!! y eso era sinónimo de ataque aéreo, no falló la advertencia, fueron los primeros aviones ingleses que vi pasar a muchísima velocidad, su misión era atacar y destruir la pista del aeropuerto para dejarla inutilizable. El 2 de mayo nos informaron que habían hundido al ARA Crucero General Belgrano y ahí falleció el soldado conscripto de esta ciudad, nuestro héroe Gerardo Marchisio*.
Las noches eran cortadas en muchas oportunidades por el bombardeo que hacían las fragatas inglesas, ese silbido que producían los proyectiles y luego ver el fogonazo, escuchando la explosión si era cerca, son cosas que no me voy a olvidar jamás.
Entre los duros recuerdos Tommy siente admiración por los pilotos argentinos. Pero todo desemboca en la tragedia de la guerra: “El 14 de junio fue el día más complicado y el que más recuerdos amargos me trae, ver pasar a muchos heridos desde las primeras horas, ya la tropa se venía replegando de los montes (cerros) cercanos. El bombardeo final de ellos se produjo cerca del mediodía, era naval y con morteros desde tierra, en la posición de combate que tenía, estaba junto a mi compañero Julio Campetella, no me quedaba otra cosa que rogar y rezar a la virgen de Lourdes para que no nos caiga un proyectil. El silbido de las bombas y la explosión ensordecedora a continuación, fueron momentos que no me voy a olvidar jamás y considero que es la mayor secuela que me dejó la guerra, los ruidos imprevistos”, y agrega: “Fui prisionero de guerra por unos días en el sector del aeropuerto y luego regresé al continente en el buque hospital ARA Bahía Paraíso hasta Puerto Quilla en Santa Cruz, luego en un avión Fokker F-28 nos trasladaron hasta Comodoro Rivadavia y de ahí en un Boeing 707 a la Base aérea de El Palomar”.
A lo difícil de la guerra se impuso la emoción de volver a ver a sus padres y a su tío una vez de regreso: “La alegría y emoción de encontrarme con ellos es indescriptible en palabras”.
Luego de unos días en su casa y en el campo regresó nuevamente al Regimiento, hasta que le dieron la baja definitiva.
EL REGRESO
¿Volviste a Malvinas?
-Sí, gracias a mis padres pude volver a nuestras Islas en septiembre de 2013, fui con mi señora, estuvimos allí una semana. Un viaje soñado que me sirvió un poco para cerrar el ciclo Malvinas, recorrer el lugar donde pasé la mayor parte de la guerra, el galpón donde dormíamos durante el día (cuando se podía), el aeropuerto donde bajamos, el puerto, el cementerio Argentino de Darwin y lugares donde se combatió duramente, son recuerdos que me quedarán de por vida. Realmente pasamos una semana llena de anécdotas y vivencias, me traje recuerdos imborrables.
SU HISTORIA CON CESTARI
“Gracias a Dios he tenido la posibilidad de dar charlas en distintos colegios sobre mi experiencia en Malvinas, pero nunca me iba a imaginar que un día me contactara Cestari proponiéndome contar mi vivencia como combatiente, en una fecha que para mí es muy importante”, nos cuenta emocionado Tomás Sills y amplía: “Qué orgullo, pensé, el mismo orgullo que siento cuando veo por el país las tolvas autodescargables Cestari que se fabrican acá en Colón y para el mundo”.
¿Cómo es tu relación con Cestari?
-Trataré de resumir en pocas palaras, que no es fácil, mi relación con la marca Cestari ya que siempre estuve ligado a lo que siempre amé, EL CAMPO ARGENTINO. Allá por la década del 80 vienen a Colón mi tío, su socio y mi hermano Patricio que trabajaba con ellos. Venían a comprar su primera autodescargable, Nino y Néstor Cestari los atendieron y luego los llevaron a conocer la fábrica, de esta manera llega la primera monotolva Cestari al pago de mi infancia.
Tommy se apasiona y sigue con su relato: “En el año 1985 vengo a trabajar al Semillero Morgan, obviamente todas las tolvas en las que se hacían los movimientos, los acoplados playos y casillas para el personal de campo eran de la marca”.
“Hoy los contratistas que trabajan los dos pequeños campos que eran de mi papá, tienen tolvas autodescargables Cestari acompañando a sus cosechadoras, qué más decir…”, manifiesta con su tono amable y agradece: “Gracias familia Cestari por el espacio y por ser fuente de trabajo genuino para esta gran ciudad”.
Tomás Sills es un referente en la ciudad de Colón y la región. Su paso por Malvinas fue resignificado por él mismo y de esa experiencia ha podido sacar conclusiones para reconstruir su vida. Sin dudas es un ejemplo para todos y desde Industrias Metalúrgicas Cestari queríamos reconocerlo en este día tan sentido y especial para nuestro país.
Para el final elegimos una frase en la que Tomás Sills une sus dos pasiones: “La misma pasión que siento por Malvinas es la que siento por nuestro campo argentino, motor indispensable de nuestro querido país¨.
*Gerardo Marchisio fue un heroe de Malvinas nacido en la ciudad de Colón.
Fue caído con el hundimiento del Ara General Belgrano en uno de los crímenes
de guerra más repudiados de la historia.
Gerardo trabajó un tiempo en Industrias Metalúrgicas Cestari.
2 DE ABRIL – Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas: La historia de Tommy Sills
Tomás Ceferino Sills se define como combatiente de Malvinas. Vive en Colón, provincia de Buenos Aires, está casado con Betty y tiene dos hijas, Julia y Bárbara.
Tommy, como lo conocen todos nació en San Antonio de Areco y es hijo Matilde quien fuera maestra rural y de Tomás, agricultor toda su vida. Es el primero de cuatro hermanos y vivió desde su infancia en el campo.
Su adolescencia lo empieza a arrimar a la ciudad de Colón, Buenos Aires. Sus estudios secundarios los realizó en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Ferré entre 1976 y 1981.
LAS ISLAS MALVINAS
Tommy recuerda: “El 5 de febrero de 1982 comencé a hacer el Servicio Militar” y agrega: “A nuestras Islas fui como soldado integrante de la Compañía Ingenieros de Combate 601, con asiento en Campo de Mayo”.
La vida de este combatiente de Malvinas estuvo atravesada por el campo. “En enero de 1985 empecé a trabajar en el Semillero Morgan, lugar donde estuve trabajando 32 años, hasta fines de 2016”.
Hoy es 2 de abril, un nuevo 2 de abril y los recuerdos afloran en Tommy: “Como todos los años, sentimentalmente para mí no deja de ser una época complicada, Malvinas quedó grabada a fuego en mi corazón y el hecho de ser Veterano, de haber sido elegido por el destino para defender a nuestra Patria, con mis 19 años en aquella época, me enorgullece de sobremanera”.
¿Cómo fueron esos días de espera?
– El 2 de abril de 1982 fue la recuperación de nuestras Islas y a partir de ahí empezaron los preparativos en el Regimiento, había mucha incertidumbre porque no se sabía si íbamos o no. Hasta que una tarde nos confirmaron que nuestra sección iba a ir a Malvinas.
¿Cómo lo tomaste?
Sabía que íbamos a una guerra, ya la flota inglesa había zarpado desde el Reino Unido y no había vuelta atrás. Al final llegó ese esperado día a mediados de abril. En un Boeing 707 de la Fuerza Aérea fuimos desde la base aérea de El Palomar a Río Gallegos y desde ahí, en otro avión más chico, un Boeing 737, a Malvinas. Luego en formación nos dirigimos caminando hacia las afueras de Puerto Argentino, en el sector oeste, distante a unos casi 4 kilómetros del aeropuerto.
¿Qué recuerdo te viene a la mente?
El bautismo de fuego, como se lo llama, fue el 1 de mayo. Volviendo al 1° de mayo, esa madrugada fue el día que marca a fuego mi permanencia en Malvinas. Recuerdo que nos gritaron ¡¡¡ALERTA ROJA… ¡¡¡ALERTA ROJA!!! y eso era sinónimo de ataque aéreo, no falló la advertencia, fueron los primeros aviones ingleses que vi pasar a muchísima velocidad, su misión era atacar y destruir la pista del aeropuerto para dejarla inutilizable. El 2 de mayo nos informaron que habían hundido al ARA Crucero General Belgrano y ahí falleció el soldado conscripto de esta ciudad, nuestro héroe Gerardo Marchisio*.
Las noches eran cortadas en muchas oportunidades por el bombardeo que hacían las fragatas inglesas, ese silbido que producían los proyectiles y luego ver el fogonazo, escuchando la explosión si era cerca, son cosas que no me voy a olvidar jamás.
Entre los duros recuerdos Tommy siente admiración por los pilotos argentinos. Pero todo desemboca en la tragedia de la guerra: “El 14 de junio fue el día más complicado y el que más recuerdos amargos me trae, ver pasar a muchos heridos desde las primeras horas, ya la tropa se venía replegando de los montes (cerros) cercanos. El bombardeo final de ellos se produjo cerca del mediodía, era naval y con morteros desde tierra, en la posición de combate que tenía, estaba junto a mi compañero Julio Campetella, no me quedaba otra cosa que rogar y rezar a la virgen de Lourdes para que no nos caiga un proyectil. El silbido de las bombas y la explosión ensordecedora a continuación, fueron momentos que no me voy a olvidar jamás y considero que es la mayor secuela que me dejó la guerra, los ruidos imprevistos”, y agrega: “Fui prisionero de guerra por unos días en el sector del aeropuerto y luego regresé al continente en el buque hospital ARA Bahía Paraíso hasta Puerto Quilla en Santa Cruz, luego en un avión Fokker F-28 nos trasladaron hasta Comodoro Rivadavia y de ahí en un Boeing 707 a la Base aérea de El Palomar”.
A lo difícil de la guerra se impuso la emoción de volver a ver a sus padres y a su tío una vez de regreso: “La alegría y emoción de encontrarme con ellos es indescriptible en palabras”.
Luego de unos días en su casa y en el campo regresó nuevamente al Regimiento, hasta que le dieron la baja definitiva.
EL REGRESO
¿Volviste a Malvinas?
-Sí, gracias a mis padres pude volver a nuestras Islas en septiembre de 2013, fui con mi señora, estuvimos allí una semana. Un viaje soñado que me sirvió un poco para cerrar el ciclo Malvinas, recorrer el lugar donde pasé la mayor parte de la guerra, el galpón donde dormíamos durante el día (cuando se podía), el aeropuerto donde bajamos, el puerto, el cementerio Argentino de Darwin y lugares donde se combatió duramente, son recuerdos que me quedarán de por vida. Realmente pasamos una semana llena de anécdotas y vivencias, me traje recuerdos imborrables.
SU HISTORIA CON CESTARI
“Gracias a Dios he tenido la posibilidad de dar charlas en distintos colegios sobre mi experiencia en Malvinas, pero nunca me iba a imaginar que un día me contactara Cestari proponiéndome contar mi vivencia como combatiente, en una fecha que para mí es muy importante”, nos cuenta emocionado Tomás Sills y amplía: “Qué orgullo, pensé, el mismo orgullo que siento cuando veo por el país las tolvas autodescargables Cestari que se fabrican acá en Colón y para el mundo”.
¿Cómo es tu relación con Cestari?
-Trataré de resumir en pocas palaras, que no es fácil, mi relación con la marca Cestari ya que siempre estuve ligado a lo que siempre amé, EL CAMPO ARGENTINO. Allá por la década del 80 vienen a Colón mi tío, su socio y mi hermano Patricio que trabajaba con ellos. Venían a comprar su primera autodescargable, Nino y Néstor Cestari los atendieron y luego los llevaron a conocer la fábrica, de esta manera llega la primera monotolva Cestari al pago de mi infancia.
Tommy se apasiona y sigue con su relato: “En el año 1985 vengo a trabajar al Semillero Morgan, obviamente todas las tolvas en las que se hacían los movimientos, los acoplados playos y casillas para el personal de campo eran de la marca”.
“Hoy los contratistas que trabajan los dos pequeños campos que eran de mi papá, tienen tolvas autodescargables Cestari acompañando a sus cosechadoras, qué más decir…”, manifiesta con su tono amable y agradece: “Gracias familia Cestari por el espacio y por ser fuente de trabajo genuino para esta gran ciudad”.
Tomás Sills es un referente en la ciudad de Colón y la región. Su paso por Malvinas fue resignificado por él mismo y de esa experiencia ha podido sacar conclusiones para reconstruir su vida. Sin dudas es un ejemplo para todos y desde Industrias Metalúrgicas Cestari queríamos reconocerlo en este día tan sentido y especial para nuestro país.
Para el final elegimos una frase en la que Tomás Sills une sus dos pasiones: “La misma pasión que siento por Malvinas es la que siento por nuestro campo argentino, motor indispensable de nuestro querido país¨.